
“Y la Plaza de Mayo se transforma en
una gran circunferencia, un redondel enorme que abraza a esas tres mujeres y va
atrapando sus huellas, las imprime en ese piso de baldosas pequeñas. Y allí
quedarán, sin saberlo aún, para siempre. Tres mujeres que sobresalen en la
tarde oscura y espesa. Casi como tres mosqueteros, una para todas y todas para
una.
Azucena va delante; ella acaba de
inventar una manera redonda de convocar al mundo. Y...