16 de octubre de 2013

Investigación histórica: Los secuestros del grupo Santa Cruz

Uno de los hechos más tristemente conocidos que nos proponemos investigar fue el acaecido en la Iglesia Santa Cruz, el 8 de Diciembre de 1977, cuando un grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada secuestró a militantes de derechos humanos que asistían a una celebración en búsqueda de reunir fondos para la publicación de una solicitada donde se denunciaba la desaparición de personas y la perpetración de un estado represivo que luego se conocería como ‘terrorismo de Estado’.
Somos alumnos de 5ºAño del Instituto Santa Cruz, la escuela que junto a la Parroquia y el Centro Nazareth conforman la ‘Manzana Santa Cruz’ una unidad que a lo largo de los años ha buscado comprometerse con el Evangelio de los crucificados y la defensa irrestricta de los derechos de los marginados, perseguidos y excluidos. Es por ello que aquellos sucesos forman parte de nuestra identidad como alumnos de la comunidad pasionista y esta oportunidad de investigarlos y profundizarlos nos ha permitido hacer memoria y consolidar nuestro compromiso.
El 24 de marzo de 1976, la Junta de Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, integradas por el general Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio Eduardo Massera y el brigadier Héctor P. Agosti, derrocó a la presidenta constitucional María Estela Martinez de Perón y asumió el gobierno iniciando una nueva experiencia que denominó ‘Proceso de Reorganización Nacional’. Aquel no fue un golpe más, los objetivos eran otros y no se esgrimían públicamente. Ya no bastaba la mera interrupción de un gobierno civil y la consiguiente administración militar, ahora el propósito era la construcción de un nuevo orden que permitiese la instauración de la sociedad ‘occidental y cristiana’ en el marco de una sociedad militarizada y disciplinada que asegurase la consolidación definitiva de los grupos concentrados de poder económico mediante la implantación del neoliberalismo, la nueva panacea de las oligarquías nacionales, y la eliminación sin más de cualquier atisbo de organización popular que se animase a discutir semejante hegemonía. El fin último era el exterminio físico de todos los disidentes del proyecto hegemónico y a partir de su violencia desmesurada inmovilizar a todos los argentinos inoculando en sus venas el terror más profundo, lo que algunos llamaron la ‘cultura del miedo’, el miedo a creer  en las utopías, en los sueños de modificar una sociedad injusta, el miedo en el otro, en el vecino, en el compañero, el miedo al distinto, el miedo, miedo de caminar por las calles, miedo de hablar, miedo de pensar, miedo de vivir, miedo con el único objetivo de instaurar un discurso único, absoluto, unidimensional, que suprimiera todo sentido de otredad social.
A pesar de todo ello no pocas voces se alzaron contra la dictadura y su genocidio sistemático. Las Madres de Plaza de Mayo y el resto de los organismos de derechos humanos fueron lentamente ganando protagonismo aún en el marco de una sociedad aterrorizada que muchas veces avalaba la represión bajo la consigna del ‘por algo será’, frase que se repetía en los lugares de trabajo y en las sobremesas familiares para justificar la desaparición de un conocido. Las puertas se cerraban a quienes buscaban resistir, aunque no todas, las de la Iglesia Santa Cruz se abrieron solidarias a aquellos familiares y militantes que tímidamente intentaban denunciar el drama de las desapariciones.
El padre Mateo Perdía C.P, por entonces párroco de la Iglesia, sostenía “Santa Cruz fue un espacio de reunión para ejercer la libertad en aquellos difíciles días en los que se corrían muy serios riesgos, ante tales actitudes en defensa de los derechos del hombre. Pero Santa Cruz lo fue y lo sigue siendo, sigue manteniendo su imagen de respeto a los derechos y a la libertad en cada fecha en que se recuerda estos hechos” (1). La Iglesia abrió sus puertas a ese pequeño grupo que hurgaba por la suerte de sus familiares en juzgados, comisarías, Iglesias y despachos oficiales, ofreciendo un salón para reuniones en la Casa Parroquial.
 Las Madres de Plaza de Mayo lideradas por Azucena Villaflor de De Vicenti habían iniciado sus rondas de los jueves por la plaza histórica ante la indiferencia mayoritaria y el hostigamiento policial; junto a otros familiares y militantes presentaban hábeas corpus sin resultado en los distintos juzgados y permanecían largas horas esperando en despachos oficiales, comisarías y hasta en la tétrica Iglesia Stella Maris donde monseñor Emilio Graselli recorría el fichero de la muerte avalando o desestimando la búsqueda como un oráculo de la muerte.
En Santa Cruz los familiares hallaron un refugio, un sitio cálido donde podían sentirse libres y contenidos ante la tragedia que estaban atravesando. Hacia fines de aquel año 1977, la actividad pautada era recolectar fondos para una solicitada a ser publicada en el diario ‘La Nación’ bajo el título de ‘Por una Navidad en paz. Solo pedimos la verdad’.



Los familiares y militantes se reunían asiduamente y ante la necesidad de sumar voluntades y dar amparo a quienes sufrían las mismas pérdidas, ejercían un control laxo de las personas que se acercaban al grupo. Un mes antes había aparecido por las rondas de los jueves en Plaza de Mayo un joven rubio y tímido que dijo llamarse Gustavo Niño y estar a la búsqueda de un hermano desaparecido (2). Las Madres lo recibieron y contuvieron y hasta Azucena decidió aconsejarle maternalmente al pibe con cara de ángel que se privara de concurrir a la plaza por su propia seguridad. El tal Gustavo, Alfredo Astiz en realidad, un teniente de fragata perteneciente a un grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) infiltrado dentro del grupo de familiares, decidió hacerle caso y concurrir en cambio a los encuentros que se realizaban en la Iglesia Santa Cruz. Allí se vinculó con el resto y participó de las actividades hasta la fatídica noche del viernes 8 de diciembre.


Aquel día se celebraba la fiesta de la Inmaculada Concepción de María y la Iglesia estaba muy concurrida. Los familiares aprovecharon la situación para recolectar los últimos fondos disponibles para la solicitada que iría a ser publicada el domingo próximo. A la salida y a la vista de muchas personas se inició el operativo del grupo de tareas 3.3.2 de la ESMA que a bordo de varios autos se apersonaron en el lugar para detener a los empujones a las madres y familiares que puntillosamente Astiz había señalado, como un Judas Iscariote de estos tiempos (3), con un beso en la mejilla en el atrio del templo. Uno de los colaboradores de la parroquia, Adolfo Mango, nos relata ese momento,… como siempre, el 8 de diciembre veníamos a misa por el día de la Virgen y en un momento viene mi hijo desesperado y me dice “papá, papá se están llevado gente”, se escuchaban gritos de gente y armas. Entonces con mi señora fuimos a ver lo que estaba pasando. Mi hijo vio, desde el patio de la parroquia, autos estacionados en segunda fila y  cómo les ponían las capuchas y las tiraban al baúl o a la parte de atrás. Lo vio todo y cuando nos llamó llegamos con Perla, mi esposa, había unos chicos llorando y gente adulta también llorando a los gritos. Los chicos eran sobrinos de Ángela Aguad que habían venido a acompañarla. Ellas estaban reunidas en el Calvario juntando plata para una solicitada que, después de tanto mendigar a los diarios, ‘La Nación’ se había comprometido a publicar con la firma de todos los familiares de desaparecidos que había hasta la fecha. Estaban allí recolectando la plata para ir el día siguiente a llevarla a la redacción del diario. En ese momento viene Astiz y las entrega. ¿Cómo? A quienes tenían intención de llevarse las marcaba dándoles un beso, así sus compañeros sabían quiénes eran… Superada la consternación inicial, los familiares que quedaron acompañaron al padre Carlos O’Leary a la comisaría 20 a hacer la denuncia. El comisario, en una parte lo aparta a un lado al sacerdote, y le dice: “Padre, mire, yo le tomo la denuncia, pero desde ya le digo que esa es zona liberada”. De ahí, volvieron a la parroquia, la gente se volvió a su casa, a los chicos los fueron a buscar sus padres. No quedó nadie… (4)
El operativo duró unos pocos minutos, camuflado como un operativo antidrogas, y concluyó con el secuestro de siete personas: las madres Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco, los familiares Gabriel Horane, Raquel Bulit y Patricia Oviedo, la militante de derechos humanos Angela Auad y la religiosa francesa Alice Domon. No eran las únicas Madres presentes en el templo, María del Rosario Cerruti, Beatriz Neuhaus y Quita Chidichimo también estaban presentes, pero la tarea de inteligencia ordenada por el grupo de tareas a Astiz le había indicado señalar a las más activas.
Ese mismo día, el grupo de tareas también secuestró a Remo Berardo en su domicilio, un atelier del barrio de La Boca, quien participaba de las reuniones en la Iglesia Santa Cruz. Posteriormente, secuestraron a Horacio Anibal Elbert y José Luis Fondevila en el bar Comet, en la intersección de las avenidas Paseo Colón y Belgrano, cerca del periódico Buenos Aires Herald donde solían encontrarse algunos integrantes del grupo.
El plan de secuestro terminó el 10 de diciembre de 1977 con la captura de la fundadora de Madres de Plaza de Mayo, Azucena Villaflor de De Vicenti, en la Avenida Mitre de la localidad de Sarandí donde residía, y a la otra religiosa de nacionalidad francesa Léonie Duquet, en su vivienda de Ramos Mejía (5).
El caso fue rápidamente denunciado y alcanzó repercusión internacional por la presencia entre los 12 integrantes del ‘grupo de la Santa Cruz’ de las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet.
Sor Alice había nacido en 1937 en Charquemont, un poblado de la región de Doubs, en Francia. De joven ingresó en la Congregación de las Misiones Extranjeras de París y en 1967 fue enviada por sus superioras a la Argentina, instalándose en Hurligham y Morón, en el gran Buenos Aires dedicándose a la catequesis de personas con necesidades especiales. Allí tomó contacto con Sor Leonie, religiosa de su misma congregación, nacionalidad y hasta de su misma región, Doubs, aunque varios años mayor que ella -había nacido en 1916- y que desde varios años atrás venía realizando la misma tarea en esa zona del cordón industrial del Gran Buenos Aires. Ambas integraban un grupo dirigido por el sacerdote Ismael Calcagno, primo político del militar y futuro genocida Jorge Rafael Videla, quién les encargó la asistencia catequística de Alejandro, el pequeño hijo discapacitado del dictador a quien Alice y Leonie se entregaron con ternura y devoción en la Casa de la Caridad de Morón (6).
El compromiso con la justicia de los explotados las envió por diferentes caminos, mientras Leonie partió hacia Neuquén invitada por el obispo Jaime de Nevares para trabajar con la comunidad Mapuche en la localidad de El Malleo, Alice luego de trabajar arduamente en las villas miseria del Gran Buenos Aires partió en 1971 a Corrientes para participar en la organización de las Ligas Agrarias en esa provincia, un movimiento social instalado en varias provincias del noreste que buscaba la justicia social entre los pequeños productores, en este caso, de tabaco (7).
    En 1975, mientras trabajaba con el movimiento liguista en Corrientes, Alice viajó a Francia a un capítulo de su congregación.  Allí expuso las dificultades de su misión, el enrarecido clima político y social que asolaba la Argentina y solicitó ser relevada de sus votos religiosos a fin de no comprometer la seguridad de sus compañeras de la orden (8).
    A su regreso de Corrientes, en marzo de 1977, Caty, tal el apodo con que ya se la empezaba a conocer, pasó a colaborar con Jorge Novak, uno de los contados obispos que daban amparo a los perseguidos, en la comisión de Justicia y Paz creada en Quilmes donde recibía y ofrecía sustento espiritual y material a los familiares de detenidos-desaparecidos. Mientras redactaba decenas de hábeas corpus sin destino, se hospedaba en la modesta casita de Léonie, o Reneé como también se la llamaba, en Ramos Mejía donde se apretaban junto a muchos de los que escapaban de la acción criminal del régimen. Finalmente, como ya es conocido, ambas religiosas tomaron contacto con los familiares que marchaban en Plaza de Mayo y se reunían en la Iglesia Santa Cruz (9).
    Todos los detenidos fueron trasladados a la ESMA y alojados en Capucha y Capuchita, los lúgubres recintos donde los marinos torturaban salvajemente a sus víctimas. Los interrogatorios duraron más de una semana y, según testimonios de sobrevivientes del centro de exterminio, el nivel de brutalidad alcanzó picos estremecedores (10), especialmente con Caty, … tuve oportunidad personal de hablar con la hermana Alice, ya que fue llevada junto a la hermana Reneé al tercer piso del Casino de Oficiales de la ESMA, lugar donde me encontraba cautivo. Esto ocurre alrededor del 11 o 12 de diciembre… las hermanas estaban muy golpeadas,y débiles, ya que para llevar al baño a la hermana Alice tenían que sostenerla dos guardas. Le pregunté si la habían torturado y me contestó afirmativamente: la habían atado a una cama totalmente desnuda y le habían aplicado la picana por todo el cuerpo… estuvieron unos diez días, torturadas e interrogadas. Luego fueron ‘trasladadas’ junto a las restantes personas. Los rumores interno fundamentados por el apresuramiento en que se sacó de allí a estas persona, indicaban el asesinato de las mismas… (11) Las hermanas desafiaron a la tortura con la fuerza de su fe y su amor por el prójimo… las hermanas Alice y Reneé fueron salvajemente torturadas, especialmente la primera. Las separaron, a Renée la alojaron en ‘Capuchita’. La conducta de ellas fue admirable. Hasta en sus peores momentos de dolor, la hermana Alice que estaba en ‘Capucha’, preguntaba por la suerte de sus compañeros y en el colmo de la ironía- en forma particular por el ‘muchachito rubio’, que no era otro que el Teniente de Fragata Astiz…(12).

Como relatan los detenidos en la ESMA, la patota naval a cargo del temible Capitán de Fragata Jorge ‘Tigre’ Acosta decidió, ante el escándalo internacional desatado por el secuestro de las religiosas francesas, hacer pasar la desaparición como un hecho perpetrado por la organización armada ‘Montoneros’. Para ello obligaron a Caty, bajo torturas demenciales, a escribir una carta en francés a la Madre Superiora de la Congregación  admitiendo haber sido arrestada por un grupo opositor al régimen militar, y en el colmo del cinismo, fotografiaron a ambas religiosas al frente de un ejemplar del diario ‘La Nación’ y un cartel de ‘Montoneros’ pintado por los mismos miembros del grupo de tareas. (13)

 El 15 de diciembre el diario ‘La Nación’ se hizo eco de la maniobra oficial publicando el artículo Vivas y con buena salud en el que reflejaba las declaraciones de la Madre Superiora en Francia quien informaba de la detención de las monjas. (14)
  Lejos del falso titular del matutino porteño (15), un día antes los secuestrados sufrieron el temido ‘traslado’ que implicaba cargarlos, adormecidos bajo los efectos sedantes de una droga, el Pentotal, a aviones de la Prefectura para después arrojarlos vivos desde el aire hacia las aguas del mar o del Río de la Plata. (16)
 A las 21.30hs del 14 de diciembre de 1977 todos los detenidos-desaparecidos del ‘grupo de la Santa Cruz’ abordaron  el avión Skyvan PA-SI de la Prefectura Naval Argentina que despegó de aeroparque tripulado por tres hombres, Enrique José De Saint Georges, Mario Daniel Arru y Alejandro Domingo D’Agostino. (17) El vuelo duró tres horas y diez minutos hasta que finalmente los  detenidos fueron arrojados al vacío cerca de las costas de Santa Teresita en el Litoral Atlántico (18).
   Seis días después varios cuerpos fueron arrastrados por el mar hacia las playas de Mar del Tuyú, Santa Teresita y San Bernardo, constatando los médicos policiales múltiples fracturas óseas producto del ‘choque contra objetos duros desde gran altura’ (19). Las autoridades locales enterraron los cuerpos aparecidos como NN en el cementerio de General Lavalle hasta que retornada la democracia  y en el marco de la investigación realizada por la CONADEP durante el gobierno de Raúl Alfonsín, se exhumaron varios restos óseos de dicho cementerio y recolectados en dieciséis bolsas. La Justicia comenzó a actuar en el caso del ‘grupo de la Santa Cruz’, el juez Horacio Cattani se hizo cargo de la causa, pero las leyes de obediencia debida y punto final paralizaron el avance de las investigaciones.
A partir del año 2003, y con la derogación de las leyes que consagraban la impunidad de los represores, la causa cobró nuevos bríos, se procedió a nuevas excavaciones, descubriéndose dos líneas de tumbas y dentro de ellas ocho esqueletos, cinco mujeres, dos varones y otro clasificado como ‘probablemente masculino’. El hallazgo fue entregado al Cuerpo Argentino de Antropología Forense que finalmente, mediante el análisis comparativo de ADN entre los restos encontrados y los de sus familiares, anunció la individualización de los restos de cinco mujeres desaparecidas entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977: Azucena Villaflor de De Vicenti, Esther Ballestrino de Careaga, María Eugenia Ponce de Bianco, Angela Auad y la hermana Léonie Duquet. Los restos de Alice Domon y el resto de los detenidos del ‘grupo de la Santa Cruz’ permanecen desaparecidos.

Por decisión de los familiares de las víctimas, los restos fueron enterrados, sembrados al decir de ellos, en el jardín de la Iglesia Santa Cruz, hoy conocido como el solar de la memoria, el lugar donde fueron desaparecidos pero también el sitio que los cobijó, que los protegió, valga la paradoja, de la barbarie y el atropello imperante por aquellos años. Ester de Careaga, al despedir a su madre el 24 de julio del 2005, reflejó el sentir de todos los familiares... Hoy, mamá, que vuelves desafiante venciendo el olvido, en búsqueda de justicia, queremos despedirte, en esta misma iglesia, que una vez más te cobija, para que en ella descanses, no ya como NN, sino con el reconocimiento de quienes conocieron tu lucha. Como testimonio permanente de los crímenes y violaciones que se han cometido en este país, ante la indiferencia de la sociedad y el mundo. Hoy, mamá, que por fin nos reencontramos, queremos despedirte en esta misma iglesia que luchó a tu lado, con la seguridad y la tranquilidad de que quienes te cobijaron ayer, velarán por ti hoy (20).


La búsqueda de justicia comenzó a materializarse a partir de los juicios de la llamada Megacausa ESMA. El primero de los juicios por esta causa no llegó a su fin, debido a que el único imputado, Héctor Febres, murió antes de conocerse la sentencia en el 2007. El paso siguiente fue el juicio oral y público conocido como ESMA II que finalizó el 26 de octubre del 2011 y donde fueron condenados a prisión perpetua los máximos represores del mayor centro clandestino de detención de la dictadura. Jorge Eduardo Acosta, Alfredo Astiz, Miguel Cavallo, Antonio Pernías, Raúl Scheller, Jorge Radice, Alberto Eduardo González, Néstor Savio, Alfonso Donda, Julio César Coronel, Oscar Montes y Ernesto Frimón Weber. Otros imputados recibieron penas menores, Manuel García Tablada y Juan Carlos Fotea, veinticinco años de prisión, Carlos Capdevila, veinte años, Juan Antonio Azic, deieciocho; mientras que Juan Carlos Rolón y Pablo García Velasco fueron absueltos.

Por último, el 28 de noviembre del 2012 comenzó el tercero de los juicios orales y públicos por delitos de lesa humanidad cometidos en la ESMA, el llamado ESMA III. En este nuevo juicio son investigados los casos de setecientos ochenta  víctimas y son sentados en el banquillo de los acusados  sesenta y ocho imputados, ex miembros de la Policía Federal, la Armada, el servicio Penitenciario Federal, la Prefectura Naval Argentina y tres civiles. Por primera vez se debatirán las responsabilidades atinentes a los llamados ‘vuelos de la muerte’, ocho de los procesados están involucrados en esos delitos, en un juicio por el que pasarán ochocientos treinta testigos y que se cree que demorará dos años de duración (21). Cuando todos los responsables hayan sido juzgados y condenados sobrevolará sobre las tumbas del solar de la memoria y sobre la angustia malherida de los sobrevivientes de la tragedia argentina un sentimiento de justicia que atenuará en parte tanto dolor y tanto sufrimiento. La tan ansiada paz llegará cuando impere la justicia.


ANEXO
(1)Fittipaldi, Silvia, Santa Cruz y la historia de un barrio. Max Comunicación. Bs.As.1990. pag.73.
(2) Una de las detenidas-desaparecidas de la ESMA fue reclutada para acompañar a Astiz en su tarea de infiltración. En su testimonio declara… Del grupo de Inteligencia que comandaba las actividades del grupo de tareas, surgió la iniciativa de que Astiz comenzara a ser acompañado en algunas ocasiones por una secuestrada., para aumentar la credibilidad de su labor.  Surgió entonces la necesidad de que concurriera los días jueves a la Plaza de Mayo, donde se reunían los familiares de personas desaparecidas. En una de estas ocasiones la Policía Federal intervino y perturbó el desarrollo normal de la marcha, a raíz de lo cual Astiz los enfrentó en defensa de las Madres. El suceso sirvió para hacerse conocer por los familiares. Luego, la secuestrada que hasta ese momento acompañaba a Astiz (Niño) fue reemplazada por mi. Esta elección se debió a que yo tenía un aspecto físico y edad apropiada para desempeñarme como hermana menor de Astiz y porque la otra persona era esposa de un conocido dirigente político y podía ser identificada. Mi persona, en cambio, no ofrecía ese riesgo. Fui con Astiz una vez a la Plaza de Mayo y a dos otres reuniones en la Iglesia Santa Cruz. La cuarta y última vez que participé fue en un domicilio particular del bariio de La Boca. Testimonio de. Silvia Labayru. Comisión Nacional de Desaparición de Personas. CONADEP. Informe Nunca Más. Capìtulo II. Legajo nº 6838. Bs.As.1985.
Más adelante, Astiz volvió a las andadas, reapareció en París, quince mese después, con el nombre de Eduardo Escudero, aduciendo que trabajaba en un astillero naval de Holanda, ante el Centro argentino de Información y Solidaridad (CAIS) fundado por los refugiados argentinos, solicitando participar de las actividades del centro aunque esta vez su táctica no funcionó ya que fue reconocido y denunciado como miembro de los servicios de inteligencia argentinos. Bousquet, Jean Pierre. Las locas de Plaza de Mayo. El Cid Editor. Bs. As. 1983. Pág.73.
(3) Cínicamente Alfredo Astiz niega haber actuado como Judas a quien le bastó besar a uno solo de los comensales: … yo no las traicioné porque no era una de ellas… lo que hice fue infiltrarme, y eso es lo que no me perdonan. Cuando me acusan de otras cosas me enojo, pero de eso me río… Entrevista a Revista Noticias. Bs As. 16 de junio de 1995.
(4) Entrevista a Adolfo Mango realizada por los autores.11 de octubre del 2013.
(5) Centro de Estudios Legales y Sociales. La inspección ocular en la Iglesia Santa Cruz. Bs.As.1 de septiembre del 2013.
(6) Seoane, María. El dictador. Sudamericana. Bs.As.2001, pág.64.
(7) El trabajo de Alice Domon fue el antecedente que, según el abogado Horacio Méndez Carreras, representante de los familiares de las monjas francesas en el juicio de la ESMA, operó en el futuro secuestro de las religiosas: … se sigue diciendo que las dos religiosas fueron secuestradas por la solicitada y yo estoy seguro de que eso no fue así… la razón de la desaparición de las monjas se remonta a Perugorría , el pueblo correntino donde Alice Domón comenzó a trabajar con las Ligas Agrarias. Alice después se trasladó a Buenos Aires, donde se vinculó con el obispado de Quilmes para buscar, al comienzo, a los desaparecidos correntinos. Ahí empezó a atender a las víctimas, a los familiares, a los más pobres, a ‘armar grupitos’ y a enviarlos a la casita que Léonie tenía en Ramos Mejía. Para los marinos esa casita de Léonie era un aguantadero, el lugar donde ellas les daban de comer a los más pobres, les daban algo de dinero…. Página 12. Tras las huellas de las religiosas francesas. 12 de mayo del 2011.
(8) El mismo Méndez Carreras se detiene bastante en ese dato … es un dato que utilizaron los marinos para secularizarlas, para quitarles la estampa de religiosas y mencionarlas como ‘mujeres’ y hacerlas entrar, de alguna manera, en el grupo de los enemigos a exterminar… pese alas renuncias ellas no dejaron de ser monjas… en francia hubo un cisma en la congregación, junto con ellas renunciaron otras quince religiosas y cuando Alice regresó, volvió a Perugorría donde la superiora venía, pasaba un mes instalada allí y miraba todo…. Página 12. 2011.
(9) Ya en una marcha realizada en Buenos Aires junto a familiares de desaparecidos, en la que las religiosas rezaban el rosario, Alice fue detenida con otra monja de su misma nacionalidad llamada Ivonne, mientras que Léonie se salvó de ir presa por haberse retirado antes de la movilización. En ese marco, Alice había sido trasladada a una comisaría de la Policía Federal y liberada al día siguiente, pero quedó ‘marcada’ por las fuerzas represivas, que finalmente le dieron caza en diciembre de 1977. Las Madres y las monjas que se atrevieron a desafiar a la dictadura. AAF-LC-AFD. Bs As. 7 de diciembre del 2007.
(10) Varios testimonios indican que del interrogatorio y las torturas participaban el Capitán Jorge Acosta, Antonio Pernía, el Mayor Coronel Teniente Schelling o ‘Scheller’, alias ‘Pingüino’ y el Subprefecto, alias ‘Selva’. Testimonio de. Silvia Labayru, ya citado.
(11)Testimonio de Horacio Domingo Maggio. Comisión Nacional de Desaparición de Personas. CONADEP. Informe Nunca Más. Capìtulo II. Legajo nº 4450. Bs.As.1985.
(12)Testimonio de Lisandro Raúl Cubas. Comisión Nacional de Desaparición de Personas. CONADEP. Informe Nunca Más. Capìtulo II. Legajo nº 6974. Bs.As.1985.
(13) Testimonios de Horacio Domingo Maggio y Lisandro Raúl Cubas. CONADEP.
(14) Diario ‘La Nación’. Vivas y con buena salud. Buenos aires. 15 de diciembre de 1977.
(15) La tarea de ocultamiento de lo sucedido no solo involucró a la Armada y a las Fuerzas Armadas en su conjunto sino también al gobierno de Estados Unidos q, a pocos meses de sucedido el hecho, sabía la verdad de lo ocurrido como lo demuestra el documento desclasificado bajo la sigla 0000A5AF del 30 de marzo de 1978. Allí se reconoce que una fuente del gobierno argentino le informó a la embajada de Estados Unidos que se habían encontrado siete cuerpos cerca de Mar del Plata y que dos de esos cuerpos pertenecerían a las monjas francesas y el resto a personas secuestradas entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977.
(16) En un rapto de humor negro que los pinta de cuerpo entero, los marinos bautizaban jocosamente a las religiosas asesinadas como las ‘monjas voladoras’. Diario ‘Clarín’. Tecnología, tenacidad y una muestra de sangre traída de Francia en secreto. Bs.As. 3 de abril del 2006.
(17)  Los dos primeros continuaron tripulando como comandantes aviones comerciales de Aerolíneas Argentinas hasta su detención por el juez Sergio Torres, el 10 de mayo del 2011. También fueron encarcelados el mencionado D’Agostino, jubilado y ex jefe de los Veteranos de Guerra de la Prefectura, el abogado Gonzalo torres de Tolosa, quién habría participado de los vuelos según el testimonio de Adolfo Scilingo y el ex suboficial de la Armada Ricardo Rrubén Omello. Dos pilotos de Aerolíneas detenidos por tirar al mar a las monjas francesas.D{ias de Historia (página web). 11 de mayo del 2011.
(18)Según la planilla del vuelo, no transportó pasajeros, voló tres horas y diez minutos, y, sin escalas, regresó al punto de partida. Según la investigación realizada, los vuelos que sorteaban todos los controles y en los que se mencionaba a Aeroparque como punto de partida y llegada son once en tres años. En ninguno se registraron pasajeros, dos fueron caratulados como de instrucción, sólo uno, el del 14 de diciembre de 1977, tenía un rótulo diferente: ‘navegación nocturna’. Diario ‘Página 12’. Bs.As. 12 de abril del 2011.
(19) Diario ‘Río Negro’. Por primera vez hallan cuerpos de los vuelos de la muerte. Río Negro, 9 de julio del 2005.
(20) Ester de Careaga. 24 de julio del 2005. En La Verdad. Centro Nueva Tierra. Parroquia Santa Cruz.
(21) Ente Público Espacio para la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos. (Página web). Bs.As.2013.

Investigación realizada por un grupo de alumnos del Modelo interno de Naciones Unidas junto con el profesor Carlos Santibañez. 










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