2 de octubre de 2013

Experiencia en Colonia Caroya 2013

El profesor Sergio Dalbessio nos cuenta esta vivencia:


COMPARTIMOS ALGO DE NUESTRA EXPERIENCIA EN COLONIA CAROYA….LOS CHICOS Y CHICAS DE 3ER AÑO A-B-C-

El día martes 24 nos reunimos en tres grupos y según nuestros destinos: Barrio Los Álamos, Barrio Latinoamérica y Escuela del Niño Jesús fuimos preparando las actividades  que allí desarrollaríamos y los elementos a llevar.
Nosotros fuimos a la Escuela El Niño Jesús, a ella concurren chicos con capacidades diferentes. Son unos 40 cuya oscila edad entre 4 y 12 años. A la mañana van chicos de 12 a 17 años.
Llegado el horario de partir, cada uno subió al micro con su mochila de esperanzas, sueños, miedos, expectativas y un gran cúmulo de ansiedades para compartirlas con otras nenas y nenes, chicos y chicas. Hasta allí nos acompañó Fanny, lugareña y docente de la escuela.
Nos estaban esperando, ellos también tenían entre sus manos los mimos temores, alegrías y esperanzas. Nos encontramos. Ya no éramos invisibles, ambos nos reconocimos como parte de un todo, compañeros de camino, hermanados en la humanidad.

Las miradas nos ayudaron  “tantearnos” y el corazón poco a poco se fue desbordando y nos fue llevando a vencer las resistencias y aflojar los tientos del miedo. Entre juegos, comida, fotos, saltos y caramelos compartidos se nos fueron tejiendo abrazos, sonrisas y palabras que  se soltaron libremente. Se abrieron las barreras y los contenedores de nuestros diques interiores estallaron,  aflorando las lágrimas entre los que ya no eran distintos ni desconocidos, sino que el encuentro nos había provocado el sentirnos partes unos de otros, una simbiosis de corazón y espíritus alegres y solidarios.
¿Quién ha dado más? ¿Quién recibió más? ¿Fue la solidaridad efectiva o una excusa para el encuentro? No hay barómetro que pueda medir todo lo que vivimos y nos preguntamos, solamente sabemos a ciencia cierta que ese momento las caras, los abrazos, las miradas y los llantos no nos dejaron de la misma manera que estábamos cuando llegamos.
Pensamos: ¿si pudimos acá, por qué no lo intentamos en otros lugares: en nuestra casa, en el colegio, con los amigos, en el barrio? Ya experimentamos salir al encuentro del otro/a y vimos que no es un imposible… ¿intentamos hacer otro mundo posible?
Regresamos, caminamos unas 30 cuadras cordobesas –o sea 60 en la realidad-, merendamos y nos reunimos todos los grupos en el salón. Cada uno fue dialogando y compartiendo la experiencia que había pasado por su vida.
Al final hicimos el pan, lo amasamos, y bien calentito antes de la cena lo compartimos como Jesús compartió el pan con sus amigos e invitó a los discípulos a repartirlo  entre la gente en ese episodio del Evangelio que nos narra que la gente estaba escuchando a Jesús, se había hecho tarde y entonces los discípulos ante la invitación de Jesús de darles de comer le dijeron que solamente tenían algunos peces y panes. Entonces Jesús le dijo, sienten a la gente en grupos de cincuenta personas. Cada uno con su canastita, alforja o bolsita se fue sentando, empezaron a sacar lo que habían traído para su comida diaria, la fueron poniendo encima de los mantos extendidos sobre el pasto y las piedras. Entre palabra y gestos fueron compartiendo el alimento, y al final sobró. La fraternidad lo había multiplicado y volvieron a sus poblados llenos  en sus corazones  y en sus estómagos, como nosotros lo experimentamos en el día de hoy.
Nota: pueden encontrar el texto íntegro de la experiencia realizada y más fotos en http://sdalbessio.blogspot.com y en el facebook de Sergio Dalbessio. 


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