COMPARTIMOS ALGO DE NUESTRA
EXPERIENCIA EN COLONIA CAROYA….LOS CHICOS Y CHICAS DE 3ER AÑO A-B-C-
El día martes 24
nos reunimos en tres grupos y según nuestros destinos: Barrio Los Álamos, Barrio
Latinoamérica y Escuela del Niño Jesús fuimos preparando las
actividades que allí desarrollaríamos y
los elementos a llevar.
Nosotros fuimos a
la Escuela El Niño Jesús, a ella concurren chicos con capacidades diferentes.
Son unos 40 cuya oscila edad entre 4 y 12 años. A la mañana van chicos de 12 a
17 años.
Llegado el
horario de partir, cada uno subió al micro con su mochila de esperanzas,
sueños, miedos, expectativas y un gran cúmulo de ansiedades para compartirlas
con otras nenas y nenes, chicos y chicas. Hasta allí nos acompañó Fanny,
lugareña y docente de la escuela.
Nos estaban
esperando, ellos también tenían entre sus manos los mimos temores, alegrías y
esperanzas. Nos encontramos. Ya no éramos invisibles, ambos nos reconocimos
como parte de un todo, compañeros de camino, hermanados en la humanidad.
Las miradas nos
ayudaron “tantearnos” y el corazón poco
a poco se fue desbordando y nos fue llevando a vencer las resistencias y
aflojar los tientos del miedo. Entre juegos, comida, fotos, saltos y caramelos
compartidos se nos fueron tejiendo abrazos, sonrisas y palabras que se soltaron libremente. Se abrieron las
barreras y los contenedores de nuestros diques interiores estallaron, aflorando las lágrimas entre los que ya no
eran distintos ni desconocidos, sino que el encuentro nos había provocado el
sentirnos partes unos de otros, una simbiosis de corazón y espíritus alegres y
solidarios.
¿Quién ha dado
más? ¿Quién recibió más? ¿Fue la solidaridad efectiva o una excusa para el
encuentro? No hay barómetro que pueda medir todo lo que vivimos y nos
preguntamos, solamente sabemos a ciencia cierta que ese momento las caras, los
abrazos, las miradas y los llantos no nos dejaron de la misma manera que
estábamos cuando llegamos.
Pensamos: ¿si
pudimos acá, por qué no lo intentamos en otros lugares: en nuestra casa, en el
colegio, con los amigos, en el barrio? Ya experimentamos salir al encuentro del
otro/a y vimos que no es un imposible… ¿intentamos hacer otro mundo posible?
Regresamos,
caminamos unas 30 cuadras cordobesas –o sea 60 en la realidad-, merendamos y
nos reunimos todos los grupos en el salón. Cada uno fue dialogando y
compartiendo la experiencia que había pasado por su vida.
Al final hicimos
el pan, lo amasamos, y bien calentito antes de la cena lo compartimos como
Jesús compartió el pan con sus amigos e invitó a los discípulos a repartirlo entre la gente en ese episodio del Evangelio
que nos narra que la gente estaba escuchando a Jesús, se había hecho tarde y
entonces los discípulos ante la invitación de Jesús de darles de comer le
dijeron que solamente tenían algunos peces y panes. Entonces Jesús le dijo,
sienten a la gente en grupos de cincuenta personas. Cada uno con su canastita,
alforja o bolsita se fue sentando, empezaron a sacar lo que habían traído para
su comida diaria, la fueron poniendo encima de los mantos extendidos sobre el
pasto y las piedras. Entre palabra y gestos fueron compartiendo el alimento, y
al final sobró. La fraternidad lo había multiplicado y volvieron a sus poblados
llenos en sus corazones y en sus estómagos, como nosotros lo
experimentamos en el día de hoy.
Nota: pueden encontrar el texto íntegro de la experiencia
realizada y más fotos en http://sdalbessio.blogspot.com y en el facebook de Sergio Dalbessio.
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