En septiembre hicimos un concurso literario cuya consigna fue, a partir de un personaje de un libro, película o historieta, armar un microrrelato en primera persona con lo que podría haber vivido durante la pandemia del coronavirus. Pensamos en esta actividad ya que escribiendo (y leyendo, por supuesto) entendemos las cosas desde otra perspectiva. Y eso es porque, justamente, la literatura es subjetiva: parte de interpretaciones personales, de cuestiones que nos hacen profundamente humanos, como sentimientos, ideas, pareceres. De hecho, según Terry Eagleton (1998), “podemos abandonar de una vez por todas la ilusión de que la categoría “literatura” es “objetiva”, en el sentido de ser algo inmutable, dado para toda la eternidad.” Como tampoco somos inmutables, podemos reflejarnos en ella, transformar nuestros miedos en luz, purgarlos por medio del acto creativo.
Cortázar nos invita, en su gloriosa Rayuela, a “tomar de la literatura eso
que es puente vivo de hombre a hombre, y que el tratado o el ensayo
sólo permite entre especialistas. Una narrativa que no sea pretexto
para la transmisión de un ‘mensaje’ (no hay mensaje, hay mensajeros y eso
es el mensaje, así como el amor es el que ama); una narrativa que actúe como
coagulante de vivencias, como catalizadora de nociones confusas y mal
entendidas, y que incida en primer término en el que la escribe”. Y eso es lo
que hicimos (y buscamos) en este concurso: tender puentes, conectarnos, pensar
desde la imaginación para intentar superar los odios y angustias que el
“bichito invisible” nos provoca.
Nuestro querido Julio, el enormísimo
cronopio, propone asimismo “hacer del lector un cómplice, un camarada de
camino. Simultaneizarlo, puesto que la lectura abolirá el tiempo del lector y
lo trasladará al del autor. Así el lector podría llegar a ser copartícipe y
copadeciente de la experiencia por la que pasa el novelista, en el mismo momento
y en la misma forma. Todo ardid estético es inútil para lograrlo: sólo
vale la materia en gestación, la inmediatez vivencial”; algo que estamos
compartiendo, ciertamente, en este caso. Como lectores nos hallamos también dentro
de un contexto social en el que convivimos y participamos: he allí la
inmediatez. Y desde ese contexto es que podemos conectarnos, comunicarnos, y pensar
y hacer literatura.
La pandemia nos interpela y exige que seamos
responsables, nos llama a cuidarnos y protegernos, quedándonos en nuestras
casas. No obstante, siempre podemos dar rienda suelta a nuestra imaginación.
Estudiantes de 4º y 5º año tomaron esta posta y participaron brillantemente de
esta propuesta.
Aquí compartimos la publicación digital con los textos presentados y los invitamos a leerla.
Bibliografía
Cortázar,
Julio. (1994) Rayuela. Buenos Aires.
Editorial Sudamericana.
Eagleton,
Terry. (1998). "Introducción: ¿Qué es la literatura?", en Una
introducción a la teoría literaria.
Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica.
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